La Torre del Reloj de Iquique fue construida por el alcalde peruano Alfonso Ugarte en 1877. Foto: Delfín (Picasa).
El 23 de noviembre de 1879 el Perú perdió Iquique para siempre, cuando la última tropa que la defendía, comandada por José Miguel de los Ríos, partió con destino a la aldea de Tarapacá. Fue una orden de coronel Belisario Suárez, para reforzar al ejército que provenía de Dolores o San Francisco.
Ríos le encargó el mando de la ciudad al prefecto López Lavalle, quien en la tarde del mismo día se la cedió al cuerpo consular, el que a su vez se la entregó a los chilenos. Los prisioneros capturados en el combate de Iquique (21 de mayo de 1879) fueron liberados y los tripulantes de la escuadra enemiga desembarcaron inmediatamente en Iquique. Como comandante de la plaza quedó el tristemente célebre Patricio Lynch.
Mientras tanto Ríos y sus 1034 hombres, la mayoría indígenas, iniciaba su marcha de 112 kilómetros, cruzando el abrasador desierto, rumbo a Tarapacá. Después de cuatro infernales días de caminata arribaron a su destino solo 900 hombres; eso sí, cargando las cajas de municiones que serían tan valiosas para la gran batalla del 27 de noviembre.
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