29 jul 2006

MENSAJE A LA NACIÓN. QUERIDOS COMPATRIOTAS...

Por Frank Samaniego

El 28 de Julio algunos peruanos celebran la independencia de nuestro país, pero para otros carece de significado porque las "fiestas" siempre suelen estar confundidas con desfiles, circos y payasada electoral. Lo cierto es que en las escuelas, en el colmo de la audacia, algunos profesores de historia del Perú suelen engañar al decir que con las mágicas palabras de San Martín, habríamos logrado la independencia nacional.

Un día como hoy Lima se vistió de rojo y blanco para que entre brindis, comilongas y causas rellenas, se declare por la "voluntad general de los pueblos" la libertad de todos los peruanos. La verdad era que, en ese momento, Lima estaba sitiada por las guerrillas indígenas a quienes San Martín y La Serna detestaban como enemigos ancestrales. No olvidemos tampoco que nunca hubo voluntad general porque los criollos de Lima sólo aceptaron la independencia en su desesperación por orden y paz, solo garantizados por las tropas de San Martín luego del retiro de la Serna al Cusco.

El viajero inglés Basi Hall, narra el horror de los limeños realistas en aquellos días de Julio "... no era solamente de los esclavos de la plebe que tenían miedo, sino de la multitud de indios armados que rodeaban la ciudad, quienes eran guerrilleros salvajes e indisciplinados que podían entrar a la plaza tan pronto la evacuasen los españoles. Estos indios estaban tan cerca que podíamos verlos trepados en los altos cerros que caen en la ciudad..."

La entrevista de Punchauca entre San Martín y el virrey La Serna , antes de su huída al Cusco, demuestra el papel que jugo San Martín de títere de las burguesías gaucha y chilena que, si bien creía en los principios de paz y fraternidad de la ilustración, no quería decir que tenía el propósito de liberar a la plebe india y negra ni mucho menos lograr la justicia social. Por eso el generalísimo propuso la instauración de una monarquía constitucional para lograr el continuismo de división de clases. La monarquía era lo único que les cuadraba para un Perú con el "problema del indio" cuya expresión revolucionaria la habían sufrido con las rebeliones de Túpac Amaru en 1780 y de Mateo Pumacahua en 1814.

A petición del Virrey, San Martín ordena a las guerrillas abrirle campo a los realistas para su huída al Cusco a través de Arenales. Así evitarían que las guerrillas indígenas ingresen a sangre y fuego, tal como lo hicieron en 1536 durante el cerco de Lima dirigido por Kisu Yupanqui, general de Manco Inca.

El 28 de julio la celebración fue al puro estilo virreinal, estaban los prelados de la Iglesia impuestos por Valverde y Luque, los titulados de Castilla, los oidores de la Real Audiencia, los regidores del Cabildo, el Conde de San Isidro, el Marqués de Montemira, el Conde de la Vega. Ese cortejo se desplazó solemnemente hasta el tabladillo de la Plaza Mayor, donde el generalísimo dio el discurso ya conocido invocando a la justicia, al pueblo y a Dios.

San Martín ratificó como autoridades a los realistas porque le estremecía el solo pensar la posibilidad de un resurgir del Perú profundo cuyo fundemantalismo le era tan indigerible como el rostro feroz de Túpac Catari. Por eso los dos primeros presidentes Riva Agüero y Torre Tagle mueren "vivando por España" uno en el exilio y el otro en el Real Felipe, para evitar la persecución de Bolívar que había traido el sistema capitalista inglés, el cual no encajaba en la cabeza feudal de nuestros primeros mandatarios.

Iniciada la República, los criollos en el poder, con su respectiva representación militar reconocerán el 28 de Julio como el "DÍA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL" cuando fue apenas un discurso vano que nos costaría tres años más de guerra; en todo caso el 9 de diciembre tendría más mérito. Huelga decir que San Martín no peleó ni una sola batalla porque quería ganarase a la aristocracia limeña; a pesar que el mercenario Cochrane, contratado por Chile, le propuso casi hasta el cansancio la necesidad de irrumpir de manera violenta para despertar a las masas, con el único objetivo de ver destruido Lima y Callao en beneficio de Chile y Valparaiso.

Definitivamente la verdadera independencia aún no se logra. Y de lograrse se tendría que tirar abajo a casi todos los monumentos republicanos y, si bien, como dicen algunos, la tradición debe imponerse, entonces habría que flagelar primero a tanto cucufato que siga diciendo FELICES FIESTAS PATRIAS.