11 may 2011

LA REBELIÓN DE FRANCISCO DE ZELA (2)

La rebelión de Francisco de Zela
(Segunda parte)

El mismo día que estalló la rebelión de Francisco de Zela en Tacna (20 de junio de 1811), se realizó la batalla de Guaqui entre las tropas realistas del Virreinato del Perú y el ejército patriota de la Junta de Gobierno de Buenos Aires. El encuentro se realizó a orillas del Lago Titicaca y terminó con una contundente victoria de los virreinales. Las fuerzas argentinas ya no pudieron ingresar al Perú; tuvieron que replegarse hacia Jujuy.

Sin enterarse aún del desastre de Guaqui, el viernes 21 de junio Francisco de Zela se proclamó Comandante Militar de la Unión Americana y mandó publicar un bando donde anunciaba la inminente llegada del las tropas argentinas conmandadas por el general José Castelli y pedía que todos los tacneños "se presenten en persona, a las 10 de la mañana de este mismo día, en las Cajas Reales, trayendo consigo las armas blancas y de fuego que tengan de suyo, de las que se llevará cuenta y razón para devolvérselas cuando sea tiempo".

El mismo 21 y el sábado 22, Zela siguió enviando cartas a las autoridades civiles y militares de poblaciones vecinas exigiéndoles que "no vayan en nada en contra de lo que se relacione con nuestra justa causa, sagrada religión, Patria y Estado", y prometiéndoles que "la mansedumbre de mi corazón y la generosidad de nuestros restauradores, cuya personería ejerce el doctor don Juan José Castelli, darán a conocer el beneficio que se os espera". Continúa aquí >>

6 may 2011

LA REBELIÓN DE FRANCISCO DE ZELA

Francisco de Zela. Dibujo: Raúl Vizcarra.

La Rebelión de Francisco de Zela
Texto: Freddy Gómez

A las 8 de la noche del 20 de junio de 1811 cerca de 40 conjurados salieron de la casa de don Francisco de Zela con el objetivo de tomar la ciudad, formar un ejército y organizar un gobierno provisorio que recibiera a las tropas argentinas del general José Castelli, quien estaba por cruzar la frontera cerca del Lago Titicaca.

El grupo encabezado por Zela se dirigió hacia el cuartel de Tacna y después de un forcejeo con los centinelas ingresaron e intimaron a los soldados a entregar la plaza y plegarse al movimiento. La mayor parte de la tropa lo hizo; los opositores fueron encarcelados. De inmediato catorce hombres encabezados por José Rosa Ara enrumbaron a la casa del coronel del regimiento Dragones del Rey, Francisco Navarro, y lo tomaron prisionero. Como nuevo jefe del cuartel, Zela nombró a su cuñado José Siles y Antequera.

El siguiente paso era capturar al Subdelegado de Tacna, Antonio de Rivero, pero éste logró escapar a la ciudad de Arica. Desde ahí envió una carta al Intendente de Arequipa, Bartolomé María Salamanca, informándole sobre el levantamiento y solicitándole envío de tropas para reprimir a los rebeldes.

Mientras tanto, muchos tacneños se unieron a Zela haciendo aclamaciones al rey Fernando VII, a la Junta de Buenos Aires y al ejército de Castelli, que estaba a punto de enfrentarse al general Goyeneche e ingresar triunfalmente al Perú.

En la misma noche y al día siguiente, Francisco de Zela envió cartas a las autoridades y vecinos importantes de los pueblos de Sama, Locumba, Torata y Arica, pidiéndoles su ayuda pues "ya llegó el día en que se cumplan los ofrecimientos hechos en el pasado, y en que usemos rasgos de valentía y generosidad con que debemos cuidarnos unos a otros como verdaderos hermanos". Les anunciaba la inminente llegada del ejército argentino del general Castelli y prometía que los pueblos que lo apoyen recibirán "la protección y amparo necesarios". También advertía que "a cualquiera que con ceguedad se oponga a tan justa determinación se le desatienda y se declare por desconocido de la nación, y se le castigue con las mayores penas". Continúa aquí >>

30 abr 2011

ANTECEDENTES DE LA REBELIÓN DE FRANCISCO DE ZELA

Francisco de Zela en un friso de la Plaza San Martín de Lima.
Foto: Freddy Gómez.

Antecedentes de la Rebelión de Francisco de Zela

1. La caída del gobierno español en Buenos Aires: El 25 de mayo de 1810 un grupo de criollos argentinos derrocó a Baltasar Hidalgo de Cisneros, el Virrey del Río de la Plata. El hecho que desencadenó la revolución fue que en España había caído la Junta Central y se había instalado el Consejo de Regencia, un organismo ilegítimo, creado sin participación de las colonias. El mismo día los rebeldes formaron una Junta de Gobierno encabezada por don Cornelio Saavedra. Aunque los juntistas decían reconocer como Rey a Fernando VII de España -quien estaba prisionero de Napoleón-, en la práctica actuaron como un gobierno independiente, derivando rápidamente a posiciones claramente separatistas.

2. La guerra en el Alto Perú: Este territorio (actual Bolivia) pertenecía al Virreinato del Río de la Plata desde 1776, pero sus autoridades coloniales desconocieron a la Junta de Buenos Aires y se prepararon para la resistencia, siendo reforzados por tropas enviadas desde el Virreinato del Perú. Para someterlos, la Junta bonaerense envió a su Ejército del Norte, que al mando de José Castelli venció a los realistas y llegó hasta La Paz, muy cerca del Lago Titicaca. Desde ahí Castelli envió emisarios rumbo a varias ciudades peruanas (Puno, Cusco, Arequipa y Tacna) incitando a los criollos a sublevarse contra el virrey Fernando de Abascal. Asímismo, anunciaba que pronto cruzaría las fronteras para auxiliar con sus tropas a los pueblos levantados. En Tacna su llamado fue escuchado por don Francisco de Zela.




3. La situación en el Virreinato del Perú: Desde la derrota de Túpac Amaru II en 1781 pasaron 30 años sin que surgiera un nuevo líder peruano que subleve a sus compatriotas contra el poder español. Algunas conspiraciones como las de Gabriel Aguilar (Cusco, 1805) y Mateo Silva (Lima, 1809) fueron rápidamente descubiertas y reprimidas por las autoridades virreinales. Desde 1806 gobernaba el virrey Abascal, hombre sagaz y autoritario, que contaba con el apoyo de la aristocracia criolla limeña y las élites regionales. Esto le sirvió para apagar de inmediato cualquier chispa revolucionaria que surgiera en suelo peruano, e incluso para enviar poderosas tropas que acabarían con las juntas rebeldes de Quito, Santiago de Chile y La Paz. Continúa aquí