24 sept 2010

MANCO INCA Y LA RESISTENCIA DE VILCABAMBA (Continuación)

Manco Inca. Dibujo: Miguel A. Yzaguirre.

Manco Inca y la Resistencia de Vilcabamba
(Continuación)

Entre 1540 y 1544, Manco Inca continuó atacando a los españoles utilizando tácticas guerrilleras. Sus capitanes hostilizaron a las encomenderos y comerciantes de Jaquijahuana (Cusco), Andahuaylas (Apurímac) y Huamanga (Ayacucho). Aprovechando que los españoles estaban en constantes guerras civiles, el Sapa Inca incursionó en muchos poblados hispanos y de sus indios aliados. Asimismo, planificó el rescate de su hijo Titu Cusi Yupanqui, que vivía cautivo en una casa del Cusco.

A fines de 1542, un grupo de almagristas derrotados por Vaca de Castro en la batalla de Chupas (Huamanga) pidieron asilo en Vilcabamba. Manco Inca les dio refugio pensando que podían ser útiles enseñando la fabricación y uso de las armas occidentales. Entre los siete barbudos que le juraron fidelidad estaban Gómez Pérez, Diego Méndez y Francisco Barba, los mismos que dos años después, lo traicionaron y asesinaron.

Cuando llegó al Perú el virrey Blasco Núñez de Vela en 1544, Manco Inca se enteró de que venía para poner fin a los abusos de los conquistadores encomenderos y que estaba tomando medidas para proteger a los indígenas. Entusiasmado con la idea de hacer alianza con el representante de Carlos V, Manco Inca envió al tambo de Barranca (norte de Lima) una comitiva para negociar el pacto. Uno de los embajadores del rey indígena fue Gómez Pérez. Se sospecha que este almagrista aprovechó la ocasión para pactar secretamente el asesinato de Manco Inca a cambio de ciertas recompensas para él y sus compañeros.

Como producto de las negociaciones Manco Inca ordenó a su capitán Illa Thupa ayudar al virrey atacando a los encomenderos de la sierra central, pero no sabía que los almagristas aguardaban un descuido de su guardia real para matarlo. A fines de 1544, o comienzos de 1545, cuando Manco Inca jugaba al herrón con los españoles, éstos lo apuñalaron por la espalda. Su hijo Titu Cusi Yupanqui, quien era niño y presenció los hechos, cuenta que los felones “descargaron todos sobre él con puñales y cuchillos y algunas espadas”. Manco Inca se defendió, pero “como era solo y ellos siete, y mi padre no tenía arma ninguna, al fin lo derrocaron al suelo con muchas heridas, le dejaron muerto”. Los asesinos emprendieron la fuga, pero el capitán Rimache Yupanqui logró capturarlos y mandó matarlos a flechazos.

La muerte de Manco Inca, cuando aún no cumplía los treinta años de edad, fue muy sentida por la nobleza y el pueblo de Vitkos y la región de Vilcabamba. Sin embargo, no todo estaba perdido, tres hijos del Sapa Inca fallecido recogerían sus banderas para seguir luchando por la expulsión de los españoles y el renacimiento del Tahuantinsuyo. Nos referimos a Sayri Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru I, cuyas historias reseñaremos en las siguientes entradas. Continúa aquí >>


22 sept 2010

MANCO INCA Y LA RESISTENCIA DE VILCABAMBA

Manco Inca. Dibujo: Willy Zeballos.

Manco Inca y la Resistencia de Vilcabamba

Antes de retirarse con su ejército a las montañas de Vilcabamba, Manco Inca se despidió del pueblo de Ollantaytambo recomendándoles que no crean las cosas que decían los barbudos “porque mienten mucho”, y que no dejen de defenderse y “sobre ello perder la vida si fuere menester”. También les pidió que no acepten la religión cristiana y que mantengan las ofrendas a los dioses incaicos.

Cuando Diego de Almagro se enteró de la retirada de Manco Inca, ordenó al mariscal Rodrigo Orgóñez que lo alcance para llevarlo al Cusco vivo o muerto. A mediados de 1537, Orgóñez llegó a Ollantaytambo y trabó combate contra Manco Inca, pero no pudo derrotarlo ni capturarlo. Lo siguió hasta Vitkos, pero tampoco logró su cometido. Solo pudo capturar a algunos miembros de la familia real, como al príncipe Titu Cusi Yupanqui, y robar las momias de los incas Wiracocha, Pachacútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac.

El Sapa Inca logró internarse en la selva de la región Cusco y se instaló en la ciudad de Vilcabamba. Bajo su mando quedaron Vitkos, Choquequirao y Machu Picchu, ciudades incas construidas en los tiempos de Pachacútec y Túpac Yupanqui. Se situaban en la accidentada y verde región comprendida entre los profundos ríos Apurímac y Urubamba, con muchas defensas naturales que serían muy difíciles de vencer por los españoles.

En Vilcabamba, Manco Inca organizó una expedición destinada a reconquistar el valle del Mantaro, territorio de los indios huancas, fieles aliados de los españoles. A comienzos de 1538, llevando un gran ejército, atacó Jauja y Huancayo, pero se encontró con una porfiada resistencia liderada por los curacas Kusichaca y Guacrapáucar. El Sapa Inca emprendió la retirada, pero cuando pasaba cerca de Andahuaylas desbarató un pelotón de caballería encabezado por el capitán Villadiego en la batalla de Orongoy.

A mediados de 1539, Gonzalo Pizarro, acompañado de los príncipes Inca Paullo, Waypar e Inquill incursionaron en la zona rebelde, llegando a las cercanías de Vitkos. Manco Inca y el Willac Umu, el máximo sacerdote del Sol, encabezaron la defensa del bastión. En los sangrientos combates murieron Waypar e Inquill, y cayeron prisioneros el Willac Umu y Cura Ocllo, esposa de Manco Inca. Gonzalo Pizarro mandó quemar vivo al sacerdote indígena y matar a flechazos a la reina. El Sapa Inca juró venganza y prometió no descansar hasta castigar y expulsar a todos los españoles del Tahuantinsuyo. Continúa aquí >>


21 sept 2010

MANCO INCA EN OLLANTAYTAMBO

Manco Inca con armas españolas en la batalla de Ollantaytambo.
Dibujo: Willy Zeballos.

Manco Inca en Ollantaytambo
Texto: Freddy Gómez

Después de atacar el Cusco en mayo de 1536, Manco Inca se instaló en su cuartel general de Ollantaytambo, la magnífica fortaleza situada en el valle del río Urubamba. Debía rehacer sus fuerzas y esperar un mejor momento para pasar nuevamente a la ofensiva. Sin embargo, los españoles no pensaban esperar un nuevo ataque de los rebeldes.

Sesenta jinetes, treinta peones y cerca de 30 mil indios aliados salieron del Cusco rumbo a Ollantaytambo. El jefe de la expedición era nada menos que el experimentado Hernando Pizarro, cuyo objetivo principal era matar o capturar al Inca rebelde. Grande fue la sorpresa cuando al llegar al fortín incaico le salieron al frente miles de guerreros incaicos lanzando arengas y haciendo “estruendo de sus bocinas y tambores”.

El ataque fue feroz y el choque excesivamente sanguinario. Los defensores lanzaron lluvias de flechas y piedras que hacían retroceder a los barbudos y aliados. Después de algunos intentos, el mismo Hernando Pizarro se puso a la cabeza de una nueva carga, pero fue recibido por Manco Inca a caballo con un escuadrón de jinetes indígenas que tenían espadas castellanas, rodelas y morriones. Los caballos y las armas habían sido tomados en el ataque al Cusco y por Quizu Yupanqui en las victorias que tuvo cuando avanzaba a Lima. Ver a los indios con armas occidentales aterrorizó a los barbudos y obligó a Hernando Pizarro a un precipitado regreso Cusco. La batalla de Ollantaytambo es recordada como la más grande victoria de Manco Inca sobre los invasores hispanos.

Cuando Manco Inca continuaba sus preparativos para recuperar la Capital del Tahuantinsuyo, en marzo de 1537 recibió una carta de Diego de Almagro, que regresaba de su fracasada expedición a Chile, donde le proponía unir sus fuerzas y juntos capturar el Cusco. Incluso, Almagro y su gente se acercaron a Ollantaytambo para entrevistarse con el Sapa Inca, pero éste creyó que el manchego fingía amistad para capturarlo, y envió a 15 mil guerreros para perseguirlo hasta echarlo del valle de Urubamba.

Nunca sabremos qué hubiera pasado si se hubiera concretado una alianza entre Diego de Almagro y Manco Inca, lo cierto es que el español se alió con otros nobles incaicos (Inca Paullo, Waypar e Inguil) y tomó el Cusco el 8 de abril de 1537. Un mes después Manco Inca decidió trasladar su cuartel general a las montañas selváticas de Vilcabamba. Continúa aquí >>