2 ene 2009

CRÍTICAS A LA REVOLUCIÓN CUBANA


En este artículo el periodista peruano Augusto Álvarez Rodrich reconoce algunos logros del régimen de Fidel Castro, pero también explica lo duro que es vivir en un país donde el Estado controla y vigila casi todo.

Medio siglo
La revolución cubana de Fidel Castro
Augusto Álvarez Rodrich
Diario La República
2-1-2009

Ayer se cumplieron cincuenta años del derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista a cargo del movimiento guerrillero liderado por Fidel Castro, el cual se convirtió luego en otra dictadura de gran influencia en la evolución política latinoamericana y hasta mundial, y que hoy languidece a la espera de un desenlace que le ofrezca a su población un futuro promisorio y democrático.

He estado un par de veces en Cuba –un lugar hermoso– y me da la sensación de que el cubano tiene por Fidel Castro un sentimiento dual. Por un lado, un respeto sincero como consecuencia de todo un concepto de educación que ensalza su figura en torno a la cual se concentra el patriotismo que su gente aprecia. Cuba tiene, además, indicadores muy positivos de salud o educación, las cuales están garantizadas por el Estado.

Pero, junto con eso, la vida del cubano es angustiosamente lamentable. De eso no se habla en la isla por temor a ser identificado por un sistema policíaco de persecución de la disidencia, pero se siente en el ambiente y es obvio que produce repulsión hacia el gobierno, aunque no haya encuestas para constatarlo porque en Cuba casi todo está prohibido, casi todo es ilegal.

No hay acceso particular a Internet, solo en locales del Estado donde la vigilancia es constante y el tiempo limitado. La televisión por cable está prohibida. Los negocios particulares también. Todos los medios de producción son del gobierno. Por tanto, solo se puede trabajar para el gobierno, donde el mejor salario es el de un médico, unos 20 dólares mensuales.

No tienen derecho a comprar un automóvil ni una casa, y si ya los tienen, nunca serán sus dueños porque no los pueden vender o permutar por otros bienes. Si abandonan el país de forma permanente, pierden las propiedades.

No hay partidos opositores, salvo los clandestinos. No existe el libre derecho a la reunión ni a la manifestación. No se permite la libre expresión. Todos los medios de comunicación son del gobierno y aburridísimos. Granma y Juventud Rebelde son pasquines panfletarios. Los cuatro canales de televisión no hacen más que hablar de lo bien que está Cuba y de lo mal que está el resto del mundo (salvo Venezuela).

La revolución cubana es un fracaso que espera una respuesta que empezará a ocurrir luego de la muerte de Fidel Castro. ¿Cuál es el escenario futuro más conveniente para los cubanos? Debiera ser el que ellos mismos quieran que sea. Ojalá que puedan construir una sociedad de oportunidades y libertades que hoy lamentablemente carecen.

1 ene 2009

¿CÓMO ES LA VIDA EN CUBA EN LA ACTUALIDAD?

Esclarecedor artículo publicado en El Mundo explicando la difícil situación económica de millones de cubanos y mencionando los logros sociales de la Revolución.


UN PAÍS DIVIDIDO CONMEMORA LA REVOLUCIÓN
Cuba, 50 años después
-La división de clases es patente: los que tienen acceso a la divisa y los que no
-El 50% de las tierras están sin cultivar; importan más del 80% de los alimentos
-La tasa de analfabetismo es nula y 45.000 universitarios se licencian cada año

Autora: RAQUEL QUÍLEZ
El Mundo 1-1-2009

1 de enero de 1959. Los hombres de Ernesto 'Che' Guevara toman la ciudad de Santa Clara y Fidel Castro, líder de la guerrilla de Sierra Maestra, entra en Santiago de Cuba. Sabiéndose acorralado, el dictador Fulgencio Batista huye a Santo Domingo. La revolución ha triunfado. Fue el comienzo de un ideal construido sobre los principios de igualdad de clases, reparto de bienes y justicia social. 50 años más tarde, ¿qué queda en la sociedad cubana?

Los carteles con consignas revolucionarias proliferan a cada paso. "Patria o muerte", "Este país no podrá ser sometido", "Vamos bien"... En una isla donde no existe la publicidad, los espacios más visibles de carreteras, calles y edificios los ocupan emblemas políticos. Los rostros del Che y Camilo Cienfuegos, héroes del 59, también son omnipresentes. Más difícil es encontrar a Fidel Castro, quien se autoproclama contrario al culto a su persona, aunque su figura lo cale absolutamente todo en el país. Incluso ahora, ya retirado de la actividad política.

Los mensajes son los mismos que en 1959, pero basta con observar la rutina diaria de sus 11,2 millones de habitantes para darse cuenta de que, sobre el terreno, la realidad es otra.

50 años después del triunfo de una revolución que cambió su historia, los cubanos están divididos. Ideológicamente -son muchos los detractores y también los defensores del régimen comunista- pero, sobre todo, económicamente. La división de clases es patente en la Cuba actual y se agrupa en dos categorías bien definidas: los que tienen acceso a la divisa y los que no. O, de forma más gráfica, los que trabajan cerca del turista o tienen familia en el extranjero que les aprovisione y los que deben vivir de su trabajo. Un trabajo que les deja una media de 408 pesos cubanos al mes (equivalentes a unos 12 euros). Los primeros se parapetan tras televisores, DVD, mp3 y ordenadores, auténticos objetos de culto desde que el Gobierno liberase su venta a comienzos de 2008. Los segundos hacen cuentas para adquirir productos de primera necesidad. Y casi nunca les salen.

Y es que los bienes que se ofertan en divisa -en la isla circulan dos monedas, el peso cubano y el convertible, divisa asociada al turismo en la que deben pagarse muchos productos, como los de higiene- tienen un precio similar al de Europa: cerca de 3 euros por un litro de leche, unos 4 por un champú. Y eso cuando el sueldo mensual lo tiene difícil para superar los 10.

Teniendo en cuenta el salario, son muchos los cubanos que prefieren no trabajar -el 20% de la población de La Habana está desempleada- y optan por buscar el dinero del turista. De ahí, que en la Cuba de 2009, sea más que habitual encontrar a un neurocirujano trabajando como taxista o que el camarero que sirve en los hoteles esté licenciado como ingeniero: una propina puede igualar en un minuto el sueldo que le correspondería por su titulación.

El Gobierno argumenta que los cálculos que tienen por base el sueldo mensual no son justos, ya que todos los ciudadanos tienen una cartilla de racionamiento que les garantiza alimentos a precios subvencionados y cuentan con sanidad y educación gratuitas -aunque después deben trabajar donde el Estado considere oportuno durante la llamada "prestación social"-. "Lo malo es el bajo nivel de esta sanidad y educación", añaden los detractores.

Propaganda máxima; prohibidas las críticas
El Partido Comunista trabaja cada día para mantener el espíritu revolucionario, para lo que reprime la crítica -en las cárceles hay más de 200 presos políticos, según organizaciones humanitarias- y celebra todo tipo de actos para conmemorar cada batalla, cada hito de la Revolución. Además, la televisión, oficial, bombardea con propaganda y las reflexiones de Fidel acerca de la actualidad se publican en todos los periódicos y se reproducen por todos los canales.

No caben las voces disidentes, pero sí las series norteamericanas de última creación. Cada día, los cubanos descubren las últimas aventuras de 'House', 'CSI' o 'The Wire'. En versión original (y pirateadas, se les tapa la mosca original de Fox). Por un lado, la propaganda incide sin cesar en las carencias y malas prácticas de EEUU. Por el otro, la pantalla transmite un modelo de vida muy alejado de la utopía comunista.

En febrero de 2008, Fidel Castro, el artífice de todo esto, dejó paso a su hermano Raúl al frente del Estado. Sus problemas de salud le llevaron a retirarse de la presidencia.

Siempre a la sombra de su hermano, Raúl Castro comenzó con medidas aperturistas, como una reforma agraria para fomentar la productividad del campo -el 50% de las tierras útiles están sin cultivar y el país importa más del 80% de los alimentos-, pero su impulso se fue frenando. Su medida más polémica ha sido la conocida como 'Ley de no Acaparamiento', promulgada tras los desastres que provocaron los huracanes Gustav e Ike -según datos oficiales, dejaron pérdidas de 9.722 millones de dólares, equivalentes al 20% del PIB y afectaron a 530.758 viviendas-. La norma impone un tope a lo que puede comprar cada persona y ha puesto contra las cuerdas al mercado negro del que vivía la mayoría de la población.

50 años después de ese histórico 1 de enero, los cubanos viven una paradoja constante: indicadores económicos del tercer mundo -a los que contribuye el embargo que decretó EEUU en 1963- contrastan con marcas sociales propias de país desarrollado -esperanza de vida de 77 años; mortalidad infantil de 5,3 por cada mil nacidos vivos-; el alto nivel cultural de la población -la tasa de analfabetismo es prácticamente nula y 45.000 universitarios se licencian cada año- choca con la pobreza de la propaganda... En definitiva, unos dignos ideales se enfrentan a la dureza de constatar que no se han llevado a la práctica.

FOTO DE FIDEL CASTRO EN LA SIERRA MAESTRA

Los barbudos de Sierra Maestra
El 25 de Noviembre de 1956 zarpó de Tuxpan, estado de Veracruz, el yate Granma, con 82 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, entre los que se encontraban Fidel Castro, Raúl Castro y Ernesto Che Guevara, que recibirían el nombre de 'los barbudos de Sierra Maestra'. Fuente: AFP/El País.