Según el arqueólogo Jorge Silva Sifuentes, Chavín de Huántar fue la sede de un "señorío religioso de naturaleza redistribuitiva"; es decir, era gobernada por una élite sacerdotal que recibía, repartía e intercambiaba una gran variedad de objetos que llegaban como ofrendas desde todo el antiguo Perú.
Las excavaciones de Richard Burguer demostraron que entre los siglos IX y III a.C. alrededor del templo se ubicaron amplios asentamientos de pobladores cuya producción agropecuaria y artesanal estaba al servicio del culto. Además, es muy probable que, en ciertas temporadas, en las cercanías de Chavín se hayan instalado grandes campamentos de peregrinos procedentes de lejanos lugares de la costa, sierra y selva. A decir del arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, los sacerdotes de Chavín, aparte de los ritos cultistas, controlaban el abastecimiento de agua y el calendario agrícola, lo que les permitía disfrutar de muchos privilegios y bastante poder sobre los tributarios permanentes y temporales.