Pintura de Juan Lepiani. |
Juicio y muerte de Atahualpa
Texto: Freddy Gómez
Francisco Pizarro y cerca de 170 españoles capturaron al Sapa Inca Atahualpa el 16 de noviembre de 1532 en la ciudad de Cajamarca. Lo encerraron en un aposento llamado Amaruhuasi (“Casa de la Serpiente”), después conocido como el “Cuarto del Rescate”. Enterado de la avidez de los barbudos por los metales preciosos, Atahualpa ofreció llenar su prisión con objetos de oro, y dos recintos similares con pura plata hasta la altura donde alcance su mano. Los codiciosos cristianos prometieron dejarlo en libertad apenas se junte el fabuloso tesoro.
A comienzos de 1533 empezaron a llegar a Cajamarca muchos indios cargueros y camélidos con preciosas estatuas de plantas, animales y personas de oro y plata. También ollas, vasijas, máscaras, cuchillos y variados ornamentos dorados y plateados. Para acelerar el reparto del botín Francisco Pizarro envío expediciones hacia el Cusco y Pachacámac. A mediados de febrero de 1533, llegó Diego de Almagro con 150 hombres de a pie y 50 de a caballo.
La llegada de su socio Diego de Almagro hizo pensar a Francisco Pizarro que ya contaba con la fuerza militar suficiente para marchar rumbo al Cusco, pero no sabía qué hacer con el Sapa Inca cuando cumpla con el rescate ofrecido. Algunos (Almagro, Valverde y Felipillo) opinaban que debían darle muerte; otros (Hernando Pizarro y Hernando de Soto) proponían enviarlo a España para que el Emperador Carlos V decida. Por su parte, los indios huascaristas apoyaban a los primeros.
En la quincena de junio de 1533, los españoles dieron por cumplida la oferta de Atahualpa y el día 18 se hizo el esperado reparto, tocándole la mayor parte del botín (1 326 599 pesos) a Pizarro y los soldados que estuvieron en la captura de Atahualpa. Almagro y su gente solo recibieron una pequeña cuota de gracia (20 000 pesos), por lo que insistían en matar al Sapa Inca y emprender la marcha al Cusco de una vez.
Atahualpa, entonces exigió su libertad, pero Francisco Pizarro lo retuvo acusándolo de haber mandado reunir tropas para atacar a los cristianos. Esto era una calumnia de Felipillo y los huscaristas, pero sirvió de pretexto para hacer una “parodia de juicio” y condenar a muerte al rey cautivo. El “tribunal” estuvo presidido por Francisco Pizarro y los cargos contra Atahualpa fueron doce, siendo los principales: haber usurpado el poder, matar a Huáscar y planificar una rebelión contra los españoles. Como no se había hecho cristiano, lo sentenciaron a morir quemado vivo.
El 26 de julio de 1533, en la Plaza de Cajamarca se preparaba la hoguera cuando el fraile Vicente Valverde logró que Atahualpa acepte bautizarse prometiéndole conmutarle la pena de hoguera por la del garrote. El Sapa Inca fue nombrado Francisco, en honor a su padrino, el Gobernador. El mismo día, antes de morir estrangulado, ofreció el triple del oro y la plata que ya había entregado si le daban más tiempo, pero ni aún así logró evitar su ejecución. Los españoles sabían que matando a Atahualpa se aseguraban la fidelidad de los huascaristas, quienes prometían todo su apoyo para el ansiado viaje al Cusco. Continúa aquí >>
A comienzos de 1533 empezaron a llegar a Cajamarca muchos indios cargueros y camélidos con preciosas estatuas de plantas, animales y personas de oro y plata. También ollas, vasijas, máscaras, cuchillos y variados ornamentos dorados y plateados. Para acelerar el reparto del botín Francisco Pizarro envío expediciones hacia el Cusco y Pachacámac. A mediados de febrero de 1533, llegó Diego de Almagro con 150 hombres de a pie y 50 de a caballo.
La llegada de su socio Diego de Almagro hizo pensar a Francisco Pizarro que ya contaba con la fuerza militar suficiente para marchar rumbo al Cusco, pero no sabía qué hacer con el Sapa Inca cuando cumpla con el rescate ofrecido. Algunos (Almagro, Valverde y Felipillo) opinaban que debían darle muerte; otros (Hernando Pizarro y Hernando de Soto) proponían enviarlo a España para que el Emperador Carlos V decida. Por su parte, los indios huascaristas apoyaban a los primeros.
En la quincena de junio de 1533, los españoles dieron por cumplida la oferta de Atahualpa y el día 18 se hizo el esperado reparto, tocándole la mayor parte del botín (1 326 599 pesos) a Pizarro y los soldados que estuvieron en la captura de Atahualpa. Almagro y su gente solo recibieron una pequeña cuota de gracia (20 000 pesos), por lo que insistían en matar al Sapa Inca y emprender la marcha al Cusco de una vez.
Atahualpa, entonces exigió su libertad, pero Francisco Pizarro lo retuvo acusándolo de haber mandado reunir tropas para atacar a los cristianos. Esto era una calumnia de Felipillo y los huscaristas, pero sirvió de pretexto para hacer una “parodia de juicio” y condenar a muerte al rey cautivo. El “tribunal” estuvo presidido por Francisco Pizarro y los cargos contra Atahualpa fueron doce, siendo los principales: haber usurpado el poder, matar a Huáscar y planificar una rebelión contra los españoles. Como no se había hecho cristiano, lo sentenciaron a morir quemado vivo.
El 26 de julio de 1533, en la Plaza de Cajamarca se preparaba la hoguera cuando el fraile Vicente Valverde logró que Atahualpa acepte bautizarse prometiéndole conmutarle la pena de hoguera por la del garrote. El Sapa Inca fue nombrado Francisco, en honor a su padrino, el Gobernador. El mismo día, antes de morir estrangulado, ofreció el triple del oro y la plata que ya había entregado si le daban más tiempo, pero ni aún así logró evitar su ejecución. Los españoles sabían que matando a Atahualpa se aseguraban la fidelidad de los huascaristas, quienes prometían todo su apoyo para el ansiado viaje al Cusco. Continúa aquí >>