19 nov 2008

FABRICACIÓN DE MONEDAS EN LA COLONIA

Cerro de Potosí, visto desde los techos de la Casa de la Moneda. Foto: CNMB

La Real Casa de la Moneda de Lima fue creada por el gobernador Lope García de Castro en 1565, pero el virrey Francisco de Toledo ordenó su traslado a Potosí (actual Bolivia) lugar donde se explotaba las minas de plata más ricas del continente. En 1683 se reaperturó la de Lima, durante el gobierno del virrey Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de La Palata. En estos lugares se acuñaron pesos, reales, escudos y ducados que circularon en dominios españoles y el mundo entero.

Para conocer más sobre la acuñación de moneda durante el virreinato posteamos un texto de Lesly Cáceres de Bolivia.

¿Cómo se acuñaban las monedas en la etapa colonial?
Vía La Opinión

En el período del descubrimiento de América, la acuñación de monedas todavía no utilizaba maquinaria compleja. Europa no había vivido su revolución industrial.

Las monedas de esta época eran las macuquinas, monedas de forma circular irregular y deforme. Los enseñadores o acuñadores grababan manualmente ambas caras de una moneda a golpe de martillo. Las llamaban “makaykunas”, un término quechua que significa golpear. Los españoles al no poder pronunciar esta palabra, las denominaron macuquinas.

La acuñación de monedas se modernizó en el reinado de Carlos III, cuando se añadió a las monedas cierto porcentaje de cobre y se les colocó un cordoncillo de seguridad.

La obtención de las monedas era un proceso largo y penoso. Luego de extraer la plata de las minas, se realizaba el refinamiento de la plata con el mercurio, posteriormente, se la fundía y se convertía la plata en barras de 25 cm de largo, 5 de alto y 4 kilos de peso. Estas barras eran sometidas a un gran peso hasta que obtenían un espesor de 3 a 5 milímetros. Luego eran trasladadas a las máquinas de cortes de discos, donde eran grabadas y moldeadas.

En Potosí, esta maquinaria era impulsada por mulas, pese a que Europa ya conocía un sistema hidráulico. Los animales eran traídos desde la Argentina, pero por el esfuerzo y las torturas constantes, morían rápidamente. Entonces se utilizan seres humanos.

Según Sheila Beltrán, jefa de museos de la Casa de la Moneda, gracias a este trabajo se clasificaron los molinos en tres grupos: de viento, hidráulicos y de sangre.

Pero, los molinos de sangre no eran la única causa de muerte al interior de esta fábrica de monedas. El refinamiento de la plata precisaba del mercurio y se sabe que inhalación de este producto causa una enfermedad llamada hidrargirismo, también conocida como frío perpetuo. Esta enfermedad afecta al sistema nervioso periférico y central, por lo que produce temblores constantes. Cuando el mercurio entra en contacto con la piel, se desescama, se caen las uñas, el cabello y los dientes. El hidrargirismo devastó la salud los obreros más que el cáncer.

LA BATALLA DE DOLORES

Durante la Guerra contra Chile, el 19 de noviembre de 1879 se produjo esta batalla en el cerro de Dolores o San Francisco (en el desierto de Tarapacá). En las partes altas se habían apostado las tropas chilenas provenientes de Pisagua. Contaban con una excelente artillería y tenían a sus 7000 soldados descansados y con buenas provisiones. 

Las fuerzas aliadas, encabezadas por el general Juan Buendía, llegaron desde Iquique ese mismo día, después de una dura marcha a través del desierto. Contábamos con 8000 hombres, y esperábamos el refuerzo de 3000 soldados más que debía traer Hilarión Daza, el que nunca llegó con esta ayuda. Buendía ordenó acampar en la llanura para recuperar fuerzas y asaltar las posiciones chilenas al día siguiente, pero inesperadamente el batallón boliviano Illimani comenzó a disparar y se extendió un ataque desordenado donde muchos soldados peruanos murieron al intentar ascender a los cerros bajo una lluvia de fuego de la artillería enemiga. 

El héroe de la infausta jornada fue el cusqueño Ladislao Espinar. Este coronel, con un puñado de indómitos compatriotas del batallón Zepita, llegó a tomar algunos cañones chilenos luchando en las alturas del cerro hasta que murió por una bala de revolver que le atravesó la frente. Al llegar la noche nuestras tropas se retiraron a Tarapacá, sin ser perseguidos por los chilenos que temían un sorpresivo ataque si descendían de sus excelentes posiciones.

VÍDEO: LA BATALLA DE DOLORES O SAN FRANCISCO (19-11-1879)

18 nov 2008

MACHU PICCHU ANTES DE HIRAM BINGHAM


Machu Picchu nunca estuvo perdido. Así lo demuestra una exposición asesorada por reconocida investigadora Mariana Mould de Pease en el edificio de la Cancillería, en el centro de Lima. Aquí va la noticia publicada por 24 Horas.

Presentan documentación desde el siglo XVII sobre Machu Picchu previa a llegada de Hiram Bingham
En estos días se viene llevando a cabo la muestra "Machu Picchu antes de su divulgación mundial" en el edificio García Bedoya (jirón Lampa 535, Lima) del ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.

Esta es la cuarta exposición del año del archivo de Torre Tagle y tiene como meta recalcar que este sitio arqueológico nunca fue una ciudad perdida como se ha difundido erradamente desde la llegada de Hiram Bingham.

Recorrer las vitrinas dedicadas a mapas y documentos en las que se hace referencia al sitio arqueológico antes de la llegada de la expedición de Hiram Bingham da una perspectiva distinta a la habitual sobre la ciudadela Inca. La información que se exhibe cancela el mito popular que habla de Machu Picchu como un lugar del que pocos tenían noticia.

Por ejemplo, se puede apreciar un mapa hecho en la época del Virreinato por el funcionario Pablo Jorge Orcaín sobre el curso del Urubamba. En ese documento, que data de 1801, se describe toda la zona en la que se ubica nuestro actual principal atractivo turístico.

Pero no sólo eso. También se pueden ver mapas y trabajos del italiano Antonio Raimondi y del inglés Clements Markham, dos de los más importantes investigadores extranjeros en el Perú del siglo XIX, que dan cuenta sobre restos prehispánicos encontrados en la zona.

Nunca se perdió

La historiadora Mariana Mould de Pease, quien ha asesorado en esta exposición, comenta que Hiram Bingham no fue, contrario a lo que a veces se piensa, el descubridor de la conocida urbe Inca. "No descubrió Machu Picchu porque nunca se había perdido", puntualiza.

Sin embargo, la especialista no escatima elogios para reconocer la labor que cumplió el expedicionario norteamericano en la difusión mundial del sitio arqueológico. Aunque también hace notar que ya en 1915 la revista Times informaba sobre expediciones de viajeros germanos a la ciudadela previos a Bingham

Un dato interesante que da la investigadora es que a lo largo del tiempo ha recopilado documentación oficial que habla de estas famosas ruinas incaicas. El más antiguo data de la segunda mitad del siglo XVII.

En ese sentido, es interesante ver en esta muestra que incluso en los primeros años de la época republicana hayan existido planes para explotar el sitio arqueológico. Por ejemplo, el alemán Augusto Berns presentó al gobierno proyectos para el uso comercial de los vestigios incaicos pero que no llegaron a concretarse.

La primera vez que aparece el nombre de Machu Picchu en un documento es en un litigio de tierras a fines del siglo XVIII. Una copia del documento se exhibe en la exposición.

Cabe señalar que esta muestra recoge material de la Mapoteca del Archivo de Límites de la Cancillería y de la Biblioteca Nacional y está abierta al público de 9.00 a 13.00 horas.