Francisco Pizarro. Dibujo: Suárez del Árbol.
El primer viaje de Francisco Pizarro
Texto: Freddy Gómez (Continuación)
El primer viaje de Francisco Pizarro
Texto: Freddy Gómez (Continuación)
El 2 de enero de 1525, partió Hernando de Montenegro desde Puerto de Hambre hacia el Archipiélago de las Perlas. Después de veintiseis días de espera, Francisco Pizarro y sus moribundos soldados por fin vieron regresar al navío Santiago cargado de víveres, medicinas, armas y soldados de refuerzo. Todos se abrazaron y tuvieron un merecido banquete con los lechones y el maíz que trajo Montenegro, para después zarpar y continuar con rumbo sur. En los primeros días de febrero encontraron una playa y desembarcaron. La llamaron Puerto de la Candelaria y penetraron dos leguas por los montes, hasta que hallaron una aldea abandonada, con abundante maíz, tubérculos comestibles, carne de cerdos silvestres y oro valorizado en 600 pesos. Pero gran sorpresa se llevaron cuando encontraron ollas calientes con brazos y piernas de seres humanos. Rápidamente, retornaron al mar y continuaron la navegación.
Bordearon varias leguas de costas colombianas llenas de tupidos manglares hasta que apareció en la orilla una aldea sin indios y una fortaleza de madera sobre un promontorio rocoso. Lo llamaron primero Puerto de las Piedras y desembarcaron. Cuando exploraban los alrededores, aparecieron cerca de tres mil indios pintados de rojo y amarillo gritando y arrojando muchas piedras, lanzas y flechas. Los cristianos se replegaron hacia el fortín perseguidos por los nativos que herían o mataban a los rezagados. Francisco Pizarro combatía con su espada y rodela, cuando de pronto tropezó y rodó por una cuesta, quedando quieto varios segundos. Mientras sus soldados peleaban atrincherados en el fortín de madera, Pizarro se levantó y siguió luchando sin ayuda, hasta que una pedrada y varios flechazos lo volvieron a tumbar en la arena. Los indígenas lo creyeron muerto y emprendieron retirada. Los españoles también lo creyeron finado y cuando bajaron para recogerlo se alegraron de verlo con vida. El terrible ataque arrojó el saldo de 5 muertos y 17 heridos entre los hispanos.
Algo recuperado, Francisco Pizarro ordenó levar anclas con rumbo norte. Había decidido regresar hasta Chochama, cerca de Panamá, a la espera de los refuerzos de Diego de Almagro. Pero éste ya estaba viajando al sur y se cruzaron en alta mar. A bordo del navío San Cristóbal, Almagro y 70 soldados avanzaron por el litoral colombiano siguiendo las huellas dejadas por Pizarro en las cortezas de los árboles. Cuando llegaron al Puerto de las Piedras desembarcaron y sufrieron la terrible acometida de los indígenas de piel pintada. En el combate un flechazo le cayó en el rostro al capitán manchego y le destrozó el ojo derecho. Cuando algunos indios se acercaban para rematarlo, un esclavo negro de Juan Roldán lo rescató y puso a buen recaudo. Antes de embarcarse nuevamente, los hispanos incendiaron el fortín y la aldea indígena, para luego rebautizarla como Pueblo Quemado.
Almagro y sus hombres todavía buscaron a Pizarro algunas leguas al sur, llegando hasta el río San Juan, donde decidieron dar media vuelta para volver al Archipiélago de las Perlas. Aquí se enteraron que sus compañeros estaban esperándolos en Chochama y hacía allí se dirigieron. El reencuentro fue conmovedor. Ambos jefes heridos se abrazaron y juraron no darse por rendidos. Continúa aquí >>
Bordearon varias leguas de costas colombianas llenas de tupidos manglares hasta que apareció en la orilla una aldea sin indios y una fortaleza de madera sobre un promontorio rocoso. Lo llamaron primero Puerto de las Piedras y desembarcaron. Cuando exploraban los alrededores, aparecieron cerca de tres mil indios pintados de rojo y amarillo gritando y arrojando muchas piedras, lanzas y flechas. Los cristianos se replegaron hacia el fortín perseguidos por los nativos que herían o mataban a los rezagados. Francisco Pizarro combatía con su espada y rodela, cuando de pronto tropezó y rodó por una cuesta, quedando quieto varios segundos. Mientras sus soldados peleaban atrincherados en el fortín de madera, Pizarro se levantó y siguió luchando sin ayuda, hasta que una pedrada y varios flechazos lo volvieron a tumbar en la arena. Los indígenas lo creyeron muerto y emprendieron retirada. Los españoles también lo creyeron finado y cuando bajaron para recogerlo se alegraron de verlo con vida. El terrible ataque arrojó el saldo de 5 muertos y 17 heridos entre los hispanos.
Algo recuperado, Francisco Pizarro ordenó levar anclas con rumbo norte. Había decidido regresar hasta Chochama, cerca de Panamá, a la espera de los refuerzos de Diego de Almagro. Pero éste ya estaba viajando al sur y se cruzaron en alta mar. A bordo del navío San Cristóbal, Almagro y 70 soldados avanzaron por el litoral colombiano siguiendo las huellas dejadas por Pizarro en las cortezas de los árboles. Cuando llegaron al Puerto de las Piedras desembarcaron y sufrieron la terrible acometida de los indígenas de piel pintada. En el combate un flechazo le cayó en el rostro al capitán manchego y le destrozó el ojo derecho. Cuando algunos indios se acercaban para rematarlo, un esclavo negro de Juan Roldán lo rescató y puso a buen recaudo. Antes de embarcarse nuevamente, los hispanos incendiaron el fortín y la aldea indígena, para luego rebautizarla como Pueblo Quemado.
Almagro y sus hombres todavía buscaron a Pizarro algunas leguas al sur, llegando hasta el río San Juan, donde decidieron dar media vuelta para volver al Archipiélago de las Perlas. Aquí se enteraron que sus compañeros estaban esperándolos en Chochama y hacía allí se dirigieron. El reencuentro fue conmovedor. Ambos jefes heridos se abrazaron y juraron no darse por rendidos. Continúa aquí >>